6/1/11

El enigma en las sombras (La Mujer Pantera)

“¿A qué cosa crees que tiene más miedo la gente? A la oscuridad, porque en ella todo cobra vida propia...”. En Cautivos del Mal, de Vincente Minnelli, el productor Jonathan Shields –interpretado por Kirk Douglas- le intenta explicar a su director cómo hacer una película sobre hombres pantera. Ésta bien podría ser una frase real expresada por Val Lewton a su amigo y director Jacques Tourneur al intentar solucionar con creatividad la falta de recursos económicos de sus films de serie B. En La Mujer Pantera, la primera película de los dos, ya asistimos a la extraordinaria materialización de esta màxima. El tratamiento que hacen de la luz –o, más bien dicho, de la ausencia de ella- para crear tensión e incluso ir más allá y provocar auténtico pánico es magistral. Bien respaldados por el director de fotografía Nicholas Musuraca, logran construir una atmosfera que roza a veces lo onírico, donde las sombras se perciben como una amenaza, mientras que los sitios iluminados representan una especie de salvación, unos lugares donde estar a salvo. 

Esta fotografía, el principal logro del film, junto a un uso muy determinado del sonido, hacen que una película donde todo es sugerencia y nada es explícito llegue a ser considerada una de las mejores películas de terror de todos los tiempos. Como claro ejemplo podríamos hablar de la escena de la piscina, la más famosa del film, pero me cautivó mucho más la persecución en la calle, que termina con un recurso que sería, a partir de aquel momento, utilizado en la gran mayoría de películas de suspense y terror: el bus effect, o efecto bús. En esta escena, Tourneur también se apoya en el sonido para sugerir aspectos intuidos, pero jamás materializados, relacionados con Irena, la protagonista, la mujer pantera: después de un recorrido inquietante de Alice –la mujer que, según Irena, le quiere quitar el marido- por una calle solitaria, donde intenta refugiarse en los sitios de luz que le proporcionan las farolas –Alice se siente amenazada cuando está en las sombras, recobra el aliento cuando llega a la luz- culminado con el repentino balanceo de una copa de un árbol, como si algo o alguien hubiera posado instantes antes. En este momento y de repente, del lado contrario aparece un autobús; es su salvación en ese momento, pero Alice se lleva un gran susto al frenar el aparato con un sonido que recuerda al de un agresivo felino. Así pues, el efecto bús consiste en algo tan simple como efectivo: mientras los diferentes recursos de la puesta en escena construyen un clima de tensión y amenaza –con una calma engañosa- irrumpe en el plano, de manera sorpresiva, un nuevo elemento visual al que le acompanya un fuerte sonido que te hace pegar un bote del asiento.



A parte del gran logro que es el efecto bus, la escena de la persecución también es demostrativa para explicar el sentido elíptico y sugerente del terror: antes que evidenciar lo oculto –en este caso, la mujer pantera-, se nos insinúa, entre penumbras, en la que la sombra adquiere un valor de símbolo, una segunda lectura, un modo de ver distinto que se apropia de nuestras expectativas y de nuestro miedo. El uso determinado de la luz crea un mundo de magia, en la que la significación de las cosas no es la habitual, sino que se ve modificada.

En esta escena Lewton y Tourneur nos intentan enseñar la transición entre lo iluminado y lo sombrío, entre el mundo real y el mundo invisible, todo de forma sugerida. Así, Alice pasa de las zonas iluminadas por farolas a zonas oscuras, intermedias, cada vez más rápidamente, aumentando el ritmo gracias al montaje, sin que ningún hecho violento suceda finalmente. Ya lo decía el personaje interpretado por Kirk Douglas, que en la oscuridad, todo cobra vida propia.



1 comentari:

  1. Sergi! He obert un bloc aquí mateix i intentaré tenir-lo actualitzat. T'aniré seguint! (http://tercertemps.blogspot.com)

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